Thursday, October 22, 2015

Cartagena de Indias, con buen humor todo es más bonito

Cartagena de Indias suele encantar a quien la conoce. Les cuento unas pocas anécdotas que viví cuando fui, a ver si logro transmitirles, aunque sea un poquito las sensaciones que esta ciudad me inspiró. 
Caminaba por sus calles cuando una chica me gritó al pasar: “¡Oye, no me dejes sola!”. Sonrío y me topo con un vendedor de guayaba sentado al lado del trasero inmenso de la gorda exhibicionista de Botero. Le digo que buen lugar escogió y me responde que él no está allí por casualidad, porque “eso” huele a guayaba, y así le provoca a la gente.
Y si de provocaciones se trata, son incontables las parejas de todo tipo besándose sobre las murallas, en plena oscuridad, iluminados sólo por la historia, alrededor también te topas con grupos de negros bailando cual poseídos por el mal de san vito, pero que obviamente (con esos cuerpos) están benditos cual San Benito.
Al bajar de la muralla, escuché a un vendedor de arepas que también era poeta, recitaba: “Mami, traiga a todos sus pelaos con hambre pa’ que arrasen acá”. A mí me dijo: “Mijo, con esos ojos pelaos se ve a leguas que tienes hambre, venga pa’ que se ayude”.
Ya con mi arepa en mano me encuentro con una carroza muy decorada arrastrada por caballos que parecían contentos, como que en Cartagena de Indias la esclavitud perpetua puede ser alegre. La alegría se transmite por doquier, hasta los balcones lloran de la risa con tantos bikinis de colores colgando, cuidado y no te cae uno en la cabeza. También lo comprueban unos taxistas que confiesan que como no pueden creer lo bien que están, prefieren vivir quejándose, ese lamento gozoso es la melodía que acompaña la eterna salsa y el vallenato.
¿Cómo no estar bien? cuando estás rodeado de bicicletas y ventanales que parecieran sacados de revista, de decorados con flores y adornos de todo tipo modernos y antiguos. La verdad también es que cuando hay buen humor, todo parece más bonito. Un letrero de un restaurante pone: “Acá vendemos carne asada, y gente cruda”. Al pasar frente una iglesia, el guía del tour le dijo a su grupo que allí no es recomendable casarse. Uno le preguntó: “¿Y eso por qué?” – “¡Porque quien se casa allí lo hace para toda la vida!”.
Esta ciudad es disfrutable incluso si no tienes los bolsillos llenos de dinero, basta con pasear por sus calles empedradas repletas de casas hermosas y de esculturas (dedicadas a personas tan loables como el niño anónimo y el escritor desconocido).
Así que, si tienes la más mínima oportunidad, no lo dudes… visita Cartagena de Indias, una perla de Colombia para el mundo.
Por @danielduque21

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